El desarrollo del sistema urogenital en el ser humano es un proceso complejo; en consecuencia, las anomalías renales se encuentran entre las anomalías congénitas más comunes. El tracto urinario fetal puede visualizarse mediante ecografía a partir de las 11 semanas, lo que permite reconocer la megavejiga a las 11-14 semanas, lo que justifica una evaluación exhaustiva del riesgo de una posible aneuploidía cromosómica subyacente o una uropatía obstructiva. Una exploración de anomalías a mediados del trimestre permite detectar la mayoría de las anomalías renales con mayor sensibilidad. La agenesia renal bilateral puede confirmarse ecográficamente, con fosas renales vacías y ausencia de llenado de la vejiga, junto con oligohidramnios o anhidramnios graves. Los riñones displásicos se reconocen porque aparecen grandes, hiperecoicos y con o sin espacios quísticos, lo que ocurre dentro de la corteza renal. La presencia de uréteres dilatados sin dilatación evidente del sistema colector requiere un examen cuidadoso del tracto urinario superior para excluir el sistema renal dúplex. La ecografía también permite diferenciar entre las enfermedades renales poliquísticas de tipo infantil y de tipo adulto, que suelen ser trastornos de un solo gen. La dilatación del tracto urinario superior es una de las anomalías más comunes diagnosticadas prenatalmente. Suele estar causada por una alteración transitoria del flujo de orina a nivel de la unión pelvi-uréter y de la unión vesico-uréter, que mejora con el tiempo en la mayoría de los casos. La obstrucción fetal del tracto urinario inferior está causada principalmente por las válvulas uretrales posteriores y la atresia uretral. Las paredes gruesas de la vejiga y la dilatación de la uretra posterior (signo del ojo de la cerradura) sugieren la existencia de válvulas uretrales posteriores. Las ecografías prenatales no pueden utilizarse con seguridad para evaluar la función renal. Sin embargo, el volumen de líquido y la ecogenicidad del parénquima renal pueden utilizarse como guía para evaluar indirectamente la reserva renal subyacente. Las anomalías del tracto renal pueden ser aisladas, pero también pueden estar asociadas a otras anomalías congénitas. Por lo tanto, es obligatorio un examen exhaustivo de los demás sistemas para excluir posibles trastornos genéticos.