El número de agosto de 2016 de la revista Pennsylvania Freemason trata sobre la gestión del tiempo y el simbolismo masónico del calibre de 24 pulgadas. El número se entregará en los buzones durante el primer mes de agosto.
Las ceremonias masónicas están diseñadas para hacer pensar al Hermano. Muchos de los rituales de la masonería hacen referencia, directa o indirectamente, a la mortalidad del hombre y a nuestro tiempo compartido en esta Tierra. Cada persona tiene un número finito de años, días, horas, minutos y segundos para su vida. El Gran Arquitecto del Universo no le dice a una persona cuánto tiempo le queda. Por lo tanto, depende de cada persona utilizar este tiempo como quiera; ya sea que uno piense que le queda mucho tiempo, o sólo un poco, cada momento de cada día, un individuo elige cómo gastar su tiempo.
«Gastar» el tiempo es una frase pertinente. El tiempo es una mercancía. No hay manera de que alguien pueda obtener más de él. Las horas adicionales de vida no se pueden comprar ni compartir. La cantidad de tiempo que se nos asigna en este plano terrenal es fija, y cuando la muerte llama, no podemos retrasar lo inevitable. Algunas personas están dotadas de vidas largas y felices, llenas de alegrías y penas, con la posibilidad de mirar hacia atrás y ver el trabajo bien hecho. Otras vidas se ven truncadas trágicamente, ya sea por accidente, violencia, salud o circunstancias. Sin embargo, para la mayoría de la gente, el tiempo se trata como un recurso infinito; ¿por qué hacer hoy lo que se puede dejar para mañana? Parece que siempre hay más tiempo…
Esto nos lleva a preguntarnos: ¿cómo empleas tu tiempo en la vida? ¿Utilizas tu tiempo sabiamente? Es fácil llegar a casa después de un largo día de trabajo, encender la televisión y desconectarse del mundo. Antes de que te des cuenta, llega la hora de acostarse y te quedas dormido, sólo para levantarte y volver a completar el mismo ciclo al día siguiente. Al final de la vida, ¿mirarás hacia atrás y te sentirás orgulloso de las horas que has pasado viendo la televisión y jugando?
Aquí reside el verdadero valor de la masonería. En lugar de llegar a casa sólo para encontrar esa ranura tan familiar en el sofá, los masones eligen hacer algo más valioso. Ya sea participando en el servicio a la comunidad, recaudando fondos para una causa digna, o simplemente ayudando a un Hermano, la nuestra es una profesión noble. Aunque la masonería no debe consumir su vida, puede complementarla y hacerla más enriquecedora. Es justo decir que cuando los Hermanos cierran los años de su peregrinaje terrenal se alegran, la mayoría de las veces, de haber dedicado una parte de su tiempo a la Fraternidad.