Los trastornos tiroideos son frecuentes en pediatría. Las pruebas de la función tiroidea están ampliamente disponibles y se solicitan con frecuencia en el entorno sanitario pediátrico. A veces, esto se debe a los signos o síntomas comunes de la enfermedad tiroidea. Con demasiada frecuencia, se debe a que los pacientes y sus padres solicitan pruebas tiroideas por síntomas inespecíficos, como la fatiga, la obesidad o los antecedentes familiares de enfermedad tiroidea. La decisión de solicitar pruebas tiroideas, así como la(s) prueba(s) de la función tiroidea a solicitar, merece una cuidadosa reflexión en lugar de un «panel tiroideo» reflexivo para cada paciente. La hormona estimulante de la tiroides (TSH) es la prueba más apropiada de la función tiroidea cuando se hace un cribado de trastornos tiroideos en un niño o adolescente. Añadir más pruebas sólo aumenta la probabilidad de que se encuentre una anomalía menor (y a menudo insignificante). Estas anomalías incidentales pueden generar ansiedad en los padres y en el niño, y suelen dar lugar a pruebas adicionales, a la derivación a un endocrinólogo pediátrico y a más gastos. Esta revisión pretende orientar al pediatra de atención primaria sobre la elección de la(s) prueba(s) de cribado adecuada(s) para la disfunción tiroidea adquirida en niños y adolescentes, así como la interpretación adecuada de la(s) prueba(s). Se hará hincapié en la prueba de detección tiroidea «ligeramente» anormal. Las pruebas tiroideas específicas que se revisarán incluyen TSH, T4 (libre), T3 (libre) y anticuerpos tiroideos. Por último, esta revisión tendrá como objetivo orientar las decisiones sobre el seguimiento, las pruebas adicionales y las razones para la remisión a un endocrinólogo pediátrico. No se discutirá el hipotiroidismo congénito, incluyendo las anormalidades en el cribado estatal del recién nacido.