El término lluvia ácida evoca imágenes de vegetación y fauna disuelta, piel quemada y una atmósfera brumosa y destructiva.
En realidad, los efectos de la lluvia ácida no son tan extremos, pero sigue siendo un fenómeno molesto y perjudicial, cuyas causas pueden atribuirse en gran medida a las actividades de la sociedad.
Los líquidos con un pH inferior a 7 se consideran ácidos, los que superan el 7 son alcalinos. Mientras que el agua pura tiene un pH perfectamente neutro de exactamente 7, el agua de lluvia reacciona naturalmente con el dióxido de carbono de la atmósfera para formar ácido carbónico y tiene un pH ligeramente ácido.
Los combustibles fósiles como el carbón, el gas natural y el petróleo se queman como fuentes de energía y electricidad. Lamentablemente, también producen emisiones de dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx). Estos contaminantes se elevan a la atmósfera donde reaccionan con diversos elementos y se convierten en ácido sulfúrico y ácido nítrico, respectivamente. En las zonas industrializadas, se han registrado lecturas de pH por debajo de 2,4 (igual a la acidez del vinagre).
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El término «lluvia ácida» se remonta a 1872, pero sus efectos no se estudiaron en profundidad hasta finales de la década de 1960. Cuando los ácidos se desprenden de la atmósfera y se depositan en diversas superficies de la Tierra en forma de lluvia, aguanieve y nieve; tienen efectos insidiosos en los ecosistemas en los que entran. En los lagos y arroyos de agua dulce, los niveles de pH más bajos resultantes de la lluvia ácida hacen que la mayoría de los huevos de los peces no puedan eclosionar. En casos extremos, los lagos y ríos ácidos pueden matar también a los peces adultos.
Las precipitaciones ácidas pueden alterar la química del suelo lixiviando nutrientes esenciales como el calcio y el magnesio. Esto, a su vez, limita los nutrientes disponibles para los árboles y otra vegetación. En combinación con otros factores de estrés ambiental como la contaminación, la infestación de insectos, la sequía y las enfermedades, la lluvia ácida puede matar árboles y arruinar los bosques. Los bosques de gran altitud, que suelen estar cubiertos por nubes y niebla ácidas, son especialmente vulnerables. Los agricultores recurren habitualmente a técnicas de fertilización para reponer los nutrientes perdidos en el suelo y, en ocasiones, utilizan piedra caliza triturada para actuar también como amortiguador de la acidez.
La buena noticia es que la legislación aprobada en los años 80 y 90 ha conseguido reducir las emisiones de SO2 en un 40% en los últimos 25 años. Las emisiones de óxidos de nitrógeno de los coches se han reducido mucho gracias a los avances tecnológicos, como los convertidores catalíticos de los sistemas de escape. Los individuos pueden hacer su parte con medidas sencillas como apagar las luces, compartir el coche y reciclar. Si concentramos nuestros esfuerzos y animamos a nuestros amigos a hacer lo mismo, podemos minimizar la cantidad de contaminantes peligrosos que se liberan en la atmósfera de la Tierra. Haga clic aquí para obtener más información sobre las formas en que puede ayudar a reducir los daños causados por la lluvia ácida.