Culpa a la «cerveza más» que realmente no necesitabas. La culpa es de otro fin de semana de fiestas. La culpa la tiene el hecho de que te has saltado la cena y te has ido directamente a la hora feliz. La culpa la tiene el hecho de que has estado estresado en el trabajo y has bebido un poco más de lo que debías.
Sea cual sea la razón, la mayoría de nosotros, a los que nos gusta darnos un poco de alegría en las fiestas, hemos sentido en un momento u otro los efectos de una resaca que nos golpea la cabeza, nos revuelve el estómago y nos deja la boca llena de algodón.
Tradicionalmente, cuando hablamos de la resaca, nos centramos en la deshidratación y en el daño que el alcohol causa en el hígado al intentar desintoxicarse de la noche anterior. Sin embargo, lo que a menudo se pasa por alto es el efecto del alcohol en las bacterias intestinales.
¿Cómo afecta el alcohol a nuestra salud intestinal?
Muchos estudios han analizado el consumo crónico de alcohol y el impacto que tiene en nuestro intestino. Las personas que consumen alcohol en exceso de forma regular tienen mayores tasas de estrés oxidativo inducido por el alcohol y disbiosis intestinal, lo que conduce a la inflamación del tracto gastrointestinal y a la hiperpermeabilidad intestinal (también conocida como síndrome de intestino permeable).1
¿Pero qué ocurre con aquellos que sólo beben un poco de más cuando salen de noche por la ciudad? ¿Qué impacto tiene ese tipo de bebida en los microbios intestinales?
Puede que no te consideres un bebedor compulsivo, pero por definición, cualquiera que consuma más de cuatro bebidas por evento entra en esta categoría. Es la forma más común de beber en todo el mundo.2
Un estudio pretendía investigar los efectos que este tipo de consumo tenía en las bacterias intestinales de individuos sanos. Lo que descubrieron fue que el consumo compulsivo de alcohol provocaba un rápido aumento de las endotoxinas séricas (es decir, las toxinas de las bacterias localizadas en la célula), lo que demostraba que las bacterias pasaban del intestino a nuestro sistema. Esto también se vio subrayado por el aumento de los marcadores de inflamación, lo que significa que una noche de consumo excesivo de alcohol es suficiente para agitar nuestra respuesta inmunitaria.2
Prepare su sistema inmunitario ante el consumo de alcohol
Si quiere beber alcohol, ante todo abogamos por la moderación y el consumo responsable.
Entendiendo que el consumo de alcohol puede afectar a nuestro microbioma intestinal y, en última instancia, a nuestro sistema inmunitario, proteger sus bacterias intestinales y potenciar su sistema inmunitario es una buena manera de ayudar a protegerse de los efectos negativos del alcohol.
- Probióticos: tomar una dosis diaria de un probiótico de alta calidad como Bio-K+ es una gran manera de mantener su salud digestiva y promover una microflora intestinal diversa, que puede ayudar a devolverle el equilibrio después de una noche de copas. Además, las bacterias intestinales sanas también producen ciertas vitaminas B que se agotan rápidamente cuando bebemos alcohol.
- Vitamina C: la vitamina C es un potente antioxidante, ayuda a nuestro sistema inmunológico y tiene efectos protectores para el hígado. Beber agota nuestras reservas de vitamina C, por lo que es mejor consumir este nutriente antes y después de beber.
- Fibra: el alcohol se absorbe fácilmente en todo el tracto digestivo. La cantidad de alimento que tenemos en nuestro sistema determina la velocidad a la que esto ocurre. Para ralentizar la absorción del alcohol en su sistema, no beba nunca con el estómago vacío, sino que llene su plato con carbohidratos de digestión lenta, como verduras, boniatos, arroz integral, pan de masa fermentada, así como proteínas magras y grasas saludables. A las bacterias intestinales les encanta la fibra, así que no sólo disminuirá los efectos del alcohol, sino que mantendrá sus bacterias intestinales buenas sanas y alimentadas.