En el contexto de la pandemia del síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), la carta publicada por Gerard J O’Mara en el British Medical Journal en la que sugiere que el tratamiento con inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina (IECA) y antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARA) podría facilitar la infección por el coronavirus al aumentar los niveles circulantes de IECA2, lo que conduciría a un aumento de la carga viral y a una lesión pulmonar más grave, ha generado una gran inquietud.1
Sin embargo, existen pruebas de que la interacción entre las versiones anteriores del coronavirus (SARS-CoV, al que, para evitar confusiones, nos referiremos en lo sucesivo como SARS-CoV-1) y el sistema renina-angiotensina-aldosterona y la ECA2 es mucho más compleja. Los datos experimentales de modelos de ratón indican que el losartán podría realmente proteger contra la lesión pulmonar inducida por el coronavirus.2,3
La proteína de la espiga del SARS-CoV-1 interactúa con la ECA2, utilizándola para entrar en la célula huésped, y desregula esta vía protectora pulmonar reduciendo la expresión de la ECA2, lo que da lugar a una acumulación de angiotensina II sin oposición y a una lesión tisular. Este proceso explicaría el efecto protector propuesto de los ARA contra la lesión pulmonar inducida por el SARS-CoV-1 en ratones.2
Además, aunque la ausencia de ECA2 (en ratones knockout) protege contra la infección, no está claro si la reducción parcial de los niveles de ECA2, conseguida mediante la retirada de los inhibidores de la ECA o los ARA, tendría beneficios clínicamente relevantes.
Como hay bastantes similitudes entre el SARS-CoV-1 y el SARS-CoV-2, sobre todo en cuanto a la unión de la proteína a la ECA2, es probable que los hallazgos anteriores sean también aplicables a la situación actual de la enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19).4,5
Por lo tanto, creemos que las opiniones expresadas por O’Mara1 deben tratarse como simples reflexiones y que hay que tener precaución al considerar su aplicabilidad clínica. La relación entre el sistema renina-angiotensina-aldosterona y la patogenicidad del SARS-CoV-1 y, por analogía, la del SARS-CoV-2 en el contexto del COVID-19, es muy compleja. De hecho, la investigación básica sugiere que los inhibidores de la ECA, y los ARA en particular, tienen un papel protector.
En este contexto, por tanto, no hay base para interrumpir los tratamientos existentes con inhibidores de la ECA y ARA. Además, las complicaciones debidas a la interrupción indiscriminada de estos fármacos podrían tener consecuencias mucho más graves que muchos de los efectos adversos conjeturados.