Como pelo largo, es un gran orgullo dejarse llevar. Aprendes a conocerte a ti mismo y a tu pelo, y juntos, tú y tus mechones de confianza, creáis un vínculo inseparable. Estas mechas son las que han estado contigo desde el principio. Los viejos veteranos, que en su día fueron jóvenes reclutas que lideraban la carga hacia tus hombros. Hoy en día, sin embargo, mantienen la línea como las últimas cuatro pulgadas de tu gloriosa cabeza de pelo.
Juntos habéis alcanzado hitos que nunca creísteis posibles. Comenzó con la superación de la etapa de torpeza. Luego fue llegar a tus hombros, proclamando oficialmente el pelo largo. Un año más tarde era una melena completa y fluyendo fuerte. Probablemente has dominado la cola de hombre, la bola alta, e incluso la escurridiza bola alta doble.
Has sido feliz y has disfrutado de la vida en común, pero entonces las cosas empiezan a complicarse.
Has perdido esa sensación de amor
Empiezas a darte cuenta de que esos últimos diez centímetros -tus mechones más largos y leales- ya no cooperan como antes. En su vejez se convierten en puntas abiertas rebeldes, encrespadas y secas. Ya no se adhieren al paquete, sino que se desvían hacia cualquier lado. La rotura y la longitud desigual son un obstáculo, hasta que pronto empiezas a preguntarte… ¿de qué lado están?
Y a decir verdad, en la vejez no tienen el mismo buen aspecto de su juventud.
Seamos sinceros, no siempre los han tratado tan bien. Usando sombreros, tirando, estirando, cepillando duramente, trenzando, atando y retorciendo. Se han escurrido, se han rociado con cloro y agua salada, se han enganchado en las gafas de sol, en el reloj y en la cremallera del traje de neopreno, se han dañado con el sol, se han sumergido en aceite de motor y cosas peores.
No se puede cambiar, no puedes volver atrás y tratarlos mejor, pero el hecho es que están viejos y cansados. Empiezas a darte cuenta de que estos viejos hilos no hacen más que retenerte. Intentas trabajar con ellos, pero finalmente ya es suficiente y tienes que decirles lo que sientes.
«¿Sabéis qué chicos? Realmente estáis empezando a parecer una mierda»
Llegas a la conclusión de que la relación está cortada, y es el momento de cortar los lazos. Pero antes de hacerlo reflexionas sobre los años pasados juntos.
ES DIFÍCIL SEPARARSE
Te miras al espejo contemplando, intentando imaginar la vida sin ellos. Los agarras con las manos, los alejas y tratas de vislumbrar cómo serás sin ellos. Reflexionas sobre las posibilidades futuras. Es emotivo, pero en el fondo sabes que es lo correcto. Los veteranos han tenido su gloria. Estuvieron ahí cuando los necesitaste, y su legado es la base ahora fortificada de tus largos mechones.
El hecho es que ha llegado el momento de llamar a la generación más joven, más fuerte y más sana de mechones para mantener viva la dinastía. Por desgracia, eso significa decir adiós a los veteranos. Es difícil separarse, pero es lo mejor para todos.
DÍA DE CORTE
Después de mucha agitación y deliberación has tomado la decisión y no hay vuelta atrás. Entras en tu peluquería local y les dices que es el momento. Le indicas el problema y le explicas lo que hay que hacer. Para tu sorpresa, tu peluquero está de acuerdo y, sin dudarlo, se dirige directamente al territorio de los veteranos y empieza a hacer cortes con una frialdad de piedra, con un enfoque empresarial.