El eco tridimensional (3D) existe desde hace casi cinco décadas. Los recientes avances en las tecnologías de ultrasonidos, electrónica e informática han trasladado la eco 3D del entorno de la investigación a la práctica clínica diaria. En la actualidad es posible realizar una eco 3D en tiempo real y una adquisición de volumen completo con sondas transtorácicas y transoesofágicas. Las principales ventajas del eco 3D son los infinitos planos de corte posibles, que permiten obtener vistas directas, en cara y anatómicas de las estructuras cardíacas, evitando el escorzo y sorteando las suposiciones geométricas de las cámaras cardíacas inherentes a cualquier técnica de eco 2D. El eco tridimensional sigue dependiendo de la calidad de la imagen, está sujeto a artefactos ecográficos y se enfrenta al compromiso entre la resolución espacial y temporal. En la práctica clínica habitual en 2019, se recomienda un examen 3D focalizado después de un estudio completo de eco 2D. El área en la que el eco 3D ha demostrado sistemáticamente tener una precisión y reproducibilidad superiores a las del eco 2D es en la evaluación de los volúmenes del ventrículo izquierdo (VI) y la fracción de eyección. Se recomienda obtener un conjunto de datos de eco 3D de volumen completo desde la ventana apical, a partir del cual se pueden medir los volúmenes del VI y la tensión longitudinal global del VI. En función de las patologías identificadas en el examen 2D, se puede realizar un examen 3D adicional. El eco tridimensional es superior al eco 2D en la evaluación de las patologías de la válvula mitral y los defectos del tabique auricular. Además, el eco transesofágico 3D en tiempo real es una técnica muy útil para guiar la intervención cardíaca estructural, tanto antes como durante y después del procedimiento. Aunque la eco 3D no es el santo grial de la ecocardiografía, representa una técnica útil en áreas seleccionadas de la imagen cardíaca.