Según la mitología hindú, Ravana nació del sabio Vishravan y de Kaikesi, la madre asura de la familia de los demonios. Era el rey de todos los demonios llamados Raakshasas o Asuras. Todos los demonios eran devotos del Señor Shiva, que es su deidad familiar. Del mismo modo, Ravana era también un verdadero e intenso devoto del Señor Shiva. Solía adorarle mucho y había visto, conversado y recibido grandes bendiciones de él muchas veces.
El mayor triunfador
Ravana era un gran músico y un excelente intérprete de veena. Es un gran erudito en los seis Shashtras (Shadshashtras) y los cuatro Vedas (Chaturvedi). Ravana era también un maestro de los 64 tipos de conocimiento y artes (Chatushshashthi Kalas). Era un brahmán muy erudito y un gran adquiridor de poder con Tapas (Penitencia) con el que adquirió el título de «Brahma» y por ello fue llamado como «Raavanabrahma». Era un gran guerrero que nadie puede ganar una pelea contra él. Incluso escribió una docena de textos, compiló siete swaras del Samaveda y compuso el gran Shiva tandava strotram que se canta aún hoy.
El Gran Sacrificio
Cuando Ravana realizó una vez un ‘Homa’ (sacrificio) para complacer al Señor Shiva a falta de los últimos poderes, se había decapitado a sí mismo para satisfacer al Señor Shiva pero sorprendentemente su cabeza volvió a estar en su sitio. Esto se repitió diez veces y el Señor Shiva quedó tan impresionado que le concedió diez cabezas y veinte brazos, que aparecen cuando él lo desea. De ahí que Raavan fuera llamado también Dasamukha (10 caras) o Dasakantha (10 gargantas) o Dasagriva (10 cabezas).
Simbolismo
Los analistas mitológicos interpretan sus diez cabezas como los estados emocionales que tenía Ravana. Son kaam (lujuria), Krodh (ira), Lobh (codicia), Moh (obsesión), Mada (vanidad), Maatsarya (envidia), Ahankaara (ego), Chitta (voluntad), Manas (corazón), Buddhi (mente o intelecto). Se interpretan para transmitir que mantener una actitud equilibrada en todos estos caracteres hacen una gran personalidad.