(ab-dō′mĕn)
(ab′dŏ-mĕn)
La porción del tronco entre el tórax y la pelvis. El abdomen y la pelvis forman la cavidad abdominopélvica. El abdomen está limitado superiormente por el diafragma torácico e inferiormente por el borde pélvico. La pared abdominal anterolateral está formada por la musculatura abdominal plana. El abdomen contiene el estómago, la parte inferior del esófago, los intestinos delgado y grueso, el hígado, la vesícula biliar y el bazo. El peritoneo parietal recubre la cavidad abdominal. El peritoneo visceral envuelve los órganos de la cavidad abdominal. Los riñones, las glándulas suprarrenales, los uréteres, la próstata, las vesículas seminales y las estructuras vasculares mayores (como la aorta abdominal y la vena cava inferior) se sitúan en la parte externa del peritoneo (extraperitoneal); las que se encuentran en la parte posterior son retroperitoneales.
abdominal (ab-dom′ĭ-năl)
, adj.
SEE: cuadrantes abdominales para la ilustración
INSPECCIÓN
La exploración visual del abdomen se realiza mejor mientras el paciente está en posición supina con las rodillas ligeramente flexionadas. En una persona sana, el abdomen es ovalado, con elevaciones y depresiones que corresponden a los músculos abdominales, al ombligo y, hasta cierto punto, a las formas de las vísceras subyacentes. En relación con el tamaño del tórax, el abdomen es más grande en los niños que en los adultos; es más rotundo y más ancho en su parte inferior en los hombres que en las mujeres.
Las enfermedades pueden alterar la forma del abdomen. Un agrandamiento general y simétrico puede ser resultado de la ascitis; un agrandamiento parcial e irregular puede ser resultado de tumores, de la hipertrofia de órganos como el hígado o el bazo, o de la distensión intestinal causada por los gases. La retracción del abdomen puede producirse en la emaciación extrema y en varias formas de enfermedad cerebral.
Los movimientos respiratorios de las paredes abdominales y los movimientos del tórax son inversamente proporcionales: cuando los movimientos de una aumentan, los movimientos de la otra disminuyen. Así, los movimientos abdominales aumentan en la pleuresía, la neumonía y la pericarditis, pero disminuyen en la peritonitis y el dolor abdominal.
Las venas abdominales superficiales están a veces visiblemente agrandadas, lo que indica una obstrucción del flujo sanguíneo en el sistema portal (como en la cirrosis) o en la vena cava inferior.
AUSCULTACIÓN
La escucha de los sonidos producidos en los órganos abdominales proporciona información diagnóstica útil. La ausencia o la disminución de los ruidos intestinales pueden indicar un íleo paralítico o una peritonitis. Los sonidos agudos y tintineantes se asocian a una obstrucción intestinal. Los ruidos pueden indicar aterosclerosis o un aneurisma de aorta abdominal. Durante el embarazo, la auscultación permite identificar y evaluar la frecuencia cardíaca fetal y los sonidos vasculares de la placenta.
PERCUSIÓN
Para que el profesional obtenga la mayor cantidad de información, el paciente debe estar en decúbito supino con la cabeza ligeramente elevada y las rodillas ligeramente flexionadas. La percusión debe realizarse sistemáticamente sobre la superficie anterior del abdomen. El examinador percibirá una combinación de sensaciones auditivas o táctiles en función de las estructuras subyacentes (como órganos gaseosos distendidos frente a órganos sólidos).
PALPACIÓN
El abdomen puede palparse con las yemas de los dedos, con toda la mano o con ambas manos; la presión puede ser ligera o fuerte, continua o intermitente. Se apoya la cabeza para relajar la pared abdominal. En ocasiones, el paciente puede ser examinado en posición de pie, por ejemplo, la palpación de hernias inguinales puede no ser factible en posición supina.
La palpación es útil para detectar el tamaño, la consistencia y la posición de las vísceras; la existencia de tumores e hinchazones; y si los tumores cambian de posición con la respiración o son móviles. Es necesario averiguar si hay sensibilidad en alguna porción de la cavidad abdominal, si el dolor aumenta o se alivia con una presión firme, y si el dolor se acentúa al liberar súbitamente la presión firme, es decir, la sensibilidad de rebote.
El impulso arterial, si existe, es sistólico y expansivo. Ocasionalmente puede palparse un estremecimiento que acompaña a un soplo. La superficie de un tumor suele ser firme y lisa, pero puede ser nodular. Las masas inflamatorias son típicamente firmes y reproduciblemente sensibles. La efusión de sangre en los tejidos, por ejemplo, un hematoma, puede producir una masa palpable.