La abrina es una proteína tóxica que se obtiene de las semillas de Abrus precatorius (judía de jequirity), que es similar en estructura y propiedades a la ricina. La abrina es muy tóxica, con una dosis mortal para el ser humano estimada en 0,1-1 microgramos/kg, y ha causado la muerte tras un envenenamiento accidental e intencionado. La abrina puede extraerse de las judías de jequirity mediante un procedimiento relativamente sencillo y barato. Esto satisface uno de los criterios de un potencial agente de guerra química, aunque la falta de producción a gran escala de semillas de jequirity significa que no hay cantidad disponible para la producción masiva de abrin para armas. Esto contrasta con el enorme cultivo de semillas de Ricinus para la producción de aceite de ricino. A nivel celular, la abrina inhibe la síntesis de proteínas, provocando así la muerte celular. Muchas de las características observadas en la intoxicación por abrina pueden explicarse por el daño de las células endoteliales inducido por la abrina, que provoca un aumento de la permeabilidad capilar con la consiguiente fuga de fluidos y proteínas y edema tisular (el llamado síndrome de fuga vascular). La mayoría de los casos notificados de intoxicación en humanos implican la ingestión de judías de jequirity, que causan predominantemente toxicidad gastrointestinal. El tratamiento es sintomático y de apoyo. Los estudios experimentales han demostrado que la vacunación con toxoide de abrina puede ofrecer cierta protección contra una posterior provocación de abrina, aunque es poco probable que este enfoque sea beneficioso en una población civil que, con toda probabilidad, estaría desprotegida.