Durante más de 50 años, el LSD ha fascinado tanto a los usuarios como a los científicos con sus efectos alucinógenos, a menudo trascendentes, a veces deslumbrantes y muy variados.
Al igual que con otras drogas (incluido el alcohol), el cuerpo puede filtrar la dietilamida del ácido lisérgico del torrente sanguíneo en cuestión de horas. Pero el LSD dura mucho más que un colocón de alcohol: la gente ha informado de viajes de ácido que duran ocho, 12 y 16 horas, y a veces durante días. Por primera vez, los científicos han descubierto el motivo: las imágenes atómicas avanzadas demuestran que el ácido se une a los receptores cerebrales y luego cambia su estructura, de modo que mantienen la droga atrapada en el cerebro hasta mucho después de haberla eliminado de la sangre.
El cerebro capta el LSD con receptores que normalmente captan el neurotransmisor serotonina, que afecta al estado de ánimo. Pero cuando estos receptores se aferran al ácido, cambian de forma para impedir que la droga se escape fácilmente, como si se tratara de un atrapamoscas que se aferra a la comida.
«Se puede pensar en ello como un agujero en el suelo. El LSD entra en él y luego tapa la parte superior», explicó a Wired Bryan Roth, farmacólogo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Como explican Roth y sus coautores en un artículo publicado el 26 de enero, no se trata de una trampa permanente -con el tiempo, la tapa molecular se mueve lo suficiente como para dejar que la droga se libere-, pero la unión adicional explicaría por qué los viajes con ácido duran mucho más que otras drogas psicotrópicas como las setas de psilocibina. También aclara por qué la microdosificación (tomar entre 10 y 20 microgramos de LSD, es decir, una décima parte de la dosis típica) funciona realmente. A pesar de las diminutas dosis, los efectos leves -los usuarios afirman que aumentan la productividad y mejoran las relaciones- pueden durar todo el día.
Los investigadores no utilizaron sujetos humanos para estudiar el proceso de unión del LSD. En su lugar, sintetizaron estos receptores a partir de una línea de células de laboratorio, los rociaron con la droga y luego los congelaron en acción para que formaran cristales. A continuación, el equipo utilizó rayos X para tomar imágenes muy ampliadas de estos cristales y observar cómo estaban dispuestos los diferentes átomos de estas moléculas, una práctica llamada cristalografía, y pudieron distinguir el LSD dentro de los receptores de serotonina.
Roth cree que si él y su equipo pueden averiguar cómo los receptores de serotonina envuelven la droga, pueden averiguar cómo diseñar fármacos psiquiátricos, como los antidepresivos, que duren más tiempo, para que los usuarios puedan tomarlos en dosis más bajas con menos frecuencia. Menos medicación, en general, es bueno para los pacientes: es una cosa menos que tienen que recordar, y puede tener menos efectos secundarios.
El LSD es ilegal en Estados Unidos, pero los farmacólogos y psiquiatras siguen investigando cada vez más su potencial terapéutico. Este estudio en particular fue financiado en parte por los Institutos Nacionales de Salud y utilizó equipos de laboratorio del Departamento de Energía. En el pasado, sin embargo, la investigación sobre el LSD tenía que ser financiada por crowdfunding.