La garrapata del ricino (Ixodes ricinus), también conocida como garrapata de las ovejas o del ciervo, es un arácnido de la familia de los ácaros (por lo que no es un insecto) que se ha vuelto familiar para un número cada vez mayor de personas en el norte de Europa a medida que los inviernos se han vuelto más suaves. Vive chupando la sangre de animales y pájaros (además de la de los humanos) y es famoso por su capacidad para transmitir varias enfermedades, siendo la borreliosis/enfermedad de Lyme la más conocida. Se trata de una enfermedad causada por la bacteria Borrelia burgdorferi, que utiliza la garrapata del ricino como huésped. Es la más común de las llamadas enfermedades transmitidas por vectores en Europa, y se caracteriza por varias etapas.
La mayoría de las personas que han sido picadas por una garrapata o que han visto una garrapata habrán visto una garrapata de ricino adulta con su característica cabeza pequeña y negra y un gran abdomen gris azulado que está lleno de sangre. Si se deja a la garrapata sin molestarla mientras chupa la sangre, acabará soltándose del huésped y se enterrará en el suelo, donde la hembra pondrá sus huevos. Cuando éstos eclosionan, las pequeñas larvas de la garrapata, que tienen un tamaño aproximado de un milímetro, encuentran un huésped y permanecen adheridas para chupar sangre durante unos días antes de caer al suelo. En los meses siguientes, se transforman en ninfas que intentan adherirse a un nuevo huésped. Una vez que la ninfa ha chupado sangre, comienza a madurar hasta convertirse en una garrapata adulta. Tanto las larvas como las ninfas pueden chupar la sangre de los humanos, pero son más difíciles de detectar debido a su pequeño tamaño y porque se desprenden rápidamente, por ejemplo si el huésped se rasca. No obstante, se cree que las ninfas de garrapata, y no la garrapata adulta, son las responsables de la mayoría de las infecciones por Borrelia (!).
La bacteria Borrelia sólo puede pasar de la garrapata a los animales/humanos, y los síntomas de la enfermedad pueden tardar hasta un mes en hacerse notar. La bacteria Borrelia se descubrió en 1982, mientras que la enfermedad propiamente dicha, la borreliosis de Lyme/enfermedad de Lyme, se describió a mediados de los años 70, cuando hubo un grupo de niños que habían desarrollado una inflamación aguda de las articulaciones (artritis) en la ciudad de Lyme, en Connecticut (EE.UU.). El dolor articular como consecuencia de la infección en las articulaciones es uno de los primeros síntomas de la enfermedad.
La enfermedad de Lyme puede clasificarse en tres fases: localizada temprana, diseminada temprana y diseminada tardía.
La enfermedad localizada temprana se caracteriza por una erupción distintiva conocida como eritema migratorio, que es visible como un anillo rojo alrededor de la propia picadura. No todas las personas que son mordidas desarrollan esta erupción, mientras que algunas pueden tenerlas en varios lugares del cuerpo. Fiebre, disminución del estado general y dolor de cabeza son otros síntomas que aparecen en la fase inicial. Si la enfermedad no se trata, puede progresar a lo que se conoce como fase temprana diseminada, en la que numerosos órganos pueden verse afectados por cambios inflamatorios. Los más frecuentemente afectados por la fase diseminada son el sistema nervioso y el corazón, aunque hay variaciones considerables. Cuando los dolores/síntomas duran más de un año, se habla de la enfermedad diseminada tardía, que se caracteriza principalmente por síntomas del sistema nervioso, como fatiga, depresión y parálisis, pero también por dolores articulares.
Esta forma más crónica ha atraído una mayor atención en los últimos años, y actualmente se están llevando a cabo muchas investigaciones en este ámbito.
El diagnóstico suele basarse en un análisis de sangre, pero en algunos casos se requieren muestras de la médula ósea o de una de las articulaciones inflamadas para poder hacer un diagnóstico. El tratamiento es con antibióticos, aunque tanto el tipo como la duración son objeto de discusión. Dado que la garrapata del ricino también es portadora potencial de otros tipos de bacterias, se suele recomendar un antibiótico de más amplio espectro, como la doxiciclina o la amoxicilina. No obstante, el tratamiento debe ser iniciado y controlado por un médico en cuanto se confirme el diagnóstico.