La rodilla es una articulación compleja, los principales movimientos son flexionar (doblar) y extender (enderezar). Esta capacidad permite realizar actividades cotidianas como estar de pie, caminar, correr, saltar y sentarse. La articulación se encuentra donde el fémur (hueso del muslo) se une a la tibia (hueso de la espinilla) y a la rótula. Los cóndilos redondeados del fémur se alinean con la parte superior plana de la tibia, llamada meseta. Varias estructuras se sitúan entre y alrededor de los huesos para mantener estable la articulación de la rodilla, permitiendo que los cóndilos y la meseta mantengan su relación anatómica para que la rodilla pueda deslizarse por su rango de movimiento sin problemas. El menisco sirve de acolchado entre el fémur y la tibia, mientras que los ligamentos sirven para mantener la estabilidad de la rodilla, sin permitir un movimiento antinatural. Los ligamentos son cuatro bandas fibrosas de tejido resistentes que trabajan juntas para proporcionar estabilidad.
- El ligamento colateral medial (LCM) y el ligamento colateral lateral (LCL) estabilizan los lados de la rodilla, evitando que se doble de lado a lado.
- El ligamento cruzado anterior (LCA) y el ligamento cruzado posterior (LCP) forman una X en el interior de la articulación de la rodilla y evitan que la tibia se deslice sobre el fémur de atrás hacia adelante y de adelante hacia atrás, respectivamente.
Cualquiera de los ligamentos o varios pueden lesionarse. La lesión de los ligamentos se denomina esguince, cuando las fibras se estiran o se desgarran. Dependiendo de la gravedad del esguince, estas lesiones pueden dar lugar a molestias leves hasta la incapacidad total.
Las lesiones del LCA: ¿Cómo se producen? Riesgos?
Las lesiones del LCA son tan comunes que se producen más de 200.000 casos al año. La mayoría de estos esguinces se producen como resultado de la práctica de deportes u otras actividades físicas. Con la prevalencia de los deportes televisados, es posible que haya visto cómo se produce una de estas lesiones. Las repeticiones a cámara lenta se centran en la forma aterradora en que la rodilla suele retorcerse y «saltar» cuando el LCA cede. Las lesiones del LCA pueden producirse cuando el pie está firmemente plantado, la rodilla se bloquea y se tuerce o pivota al mismo tiempo. Es común cuando un atleta intenta cambiar de dirección rápidamente. Este cambio repentino ejerce una enorme presión sobre el LCA, lo que puede provocar la lesión y la consiguiente repetición a cámara lenta. En este punto, ningún aplauso mientras el jugador lesionado es retirado puede quitar el hecho de que probablemente no se le volverá a ver jugar durante el resto de la temporada. Las lesiones del LCA también pueden producirse cuando la tibia gira y es empujada hacia delante en relación con el fémur. Este es el mecanismo de lesión que se produce por una caída al esquiar. Los factores de riesgo a tener en cuenta son:
- La edad: Los esguinces del LCA son más frecuentes entre los 15 y los 45 años, sobre todo por el estilo de vida más activo y la mayor participación en deportes.
- Nivel de condición física: Es más probable sufrir un esguince del LCA si se produce un aumento repentino de la actividad física intensa. Es habitual que el ligamento se lesione si los músculos que rodean la rodilla son débiles.
- LCA roto previamente: El riesgo de volver a romper un LCA reparado previamente es aproximadamente un 15% mayor que el riesgo de romper un LCA normal. Este riesgo es mayor en el primer año después de la lesión inicial. El riesgo de una rotura del LCA en la rodilla contraria también es mayor una vez que la lesión se ha producido en la primera.
- Participación en determinados deportes: Las roturas del LCA se producen habitualmente en deportes como el baloncesto, el fútbol, el fútbol americano, el voleibol, el esquí alpino y el tenis. Estos deportes requieren una desaceleración frecuente y repentina, como cortar, pivotar o aterrizar sobre una pierna
- Sexo femenino: La tasa de lesiones del LCA es tres veces mayor en las mujeres deportistas que en los hombres. Aunque se desconoce el motivo exacto, algunas razones son las diferencias anatómicas, el acondicionamiento muscular, el control y la fuerza.
Síntomas y clasificación de las lesiones del LCA
Cuando se produce una lesión del LCA se oye un «pop» audible. La mayoría de las personas se sorprenden de lo fuerte que puede ser, y los transeúntes lo han oído desde la banda de los partidos de fútbol y de fútbol. Este ruido va acompañado de un desplazamiento repentino de la articulación. La inflamación de la articulación de la rodilla se produce en casi todos los pacientes con un esguince del LCA. Cuando el LCA se rompe, los vasos que alimentan el ligamento pueden llenar el espacio articular de sangre en una condición conocida como hemartrosis. Esto provoca la hinchazón, así como el enrojecimiento, el calor, los hematomas y una sensación de burbujeo en la articulación. El dolor es habitual en un esguince del LCA y puede variar en función de la gravedad. Gran parte del dolor de una lesión del LCA se debe a la hinchazón de la articulación de la rodilla. Esta inestabilidad de la rodilla suele producirse con los movimientos de pivotamiento e incluso puede ocurrir durante los movimientos simples al caminar o al entrar en un coche. El grado de inestabilidad y dolor depende de la gravedad del esguince. Como cualquier otro esguince, una lesión del LCA se clasifica utilizando un método de clasificación tradicional:
- Grado 1 (leve): Se trata de una lesión que sólo provoca desgarros microscópicos en el ligamento. No afectan significativamente a la capacidad de la rodilla para soportar el peso ni provocan inestabilidad.
- Grado 2 (moderado): El LCA está parcialmente roto y la rodilla puede volverse inestable.
- Grado 3 (grave): El LCA está completamente desgarrado o separado de la fijación ósea. En este punto, la rodilla suele ser inestable. Por lo general, se necesita una fuerza tremenda para causar una lesión de este tipo, por lo que un esguince de grado 3 puede ir acompañado de otras lesiones.