El Museo del Siglo XXI, situado en Kanazawa, es una de las obras más importantes diseñadas por SANAA (Sejima and Nishikawa Architects and Associates). Utilizando una geometría simple y un lenguaje minimalista, el proyecto explora la permeabilidad del espacio público a través de diferentes niveles de transparencia, un concepto que esta pareja premiada con el Pritzker ha venido explotando a través de diferentes enfoques en obras anteriores.
Localización
El Museo del Siglo XXI se encuentra en la ciudad de Kanazawa, en la prefectura de Ishikawa, situado junto al Kenrokuen, uno de los jardines más bellos y famosos de Japón. El edificio, inscrito en un círculo de 112,5 metros de diámetro, está situado en un parque de forma irregular. Algunas de las obras de arte se han instalado en el parque, que es una extensión del museo.
Concepto
El programa del museo incluye espacios de reunión, una sala de lectura, biblioteca, talleres para niños, un restaurante, zonas de servicio y de exposición. Por lo tanto, el complejo debía ser a la vez público y privado, incluyendo zonas de libre acceso en beneficio de la población local, así como otras de pago para permitir el mantenimiento de esta instalación.
El reto de Kazuyo Sejima y Ryue Nishikawa era crear un equilibrio entre estos dos dominios, difuminando los límites entre las zonas públicas y privadas, y para ello propusieron una disposición de uso mixto, organizada en torno a cuatro patios. La interacción con el espacio público es tal que a veces las propias circulaciones actúan como zonas de exposición. Formalmente, el museo es una serie de cajas de diferente superficie, nivel de opacidad y altura -que alcanzan entre 4 y 12 metros- y que se insertan en una piel circular de vidrio, uniéndose al entorno exterior. Sólo un cilindro opaco y excéntrico aparece como anomalía en esta disposición rectangular en forma de parrilla, haciendo referencia a la membrana transparente que rodea al museo. Por el contrario, el cilindro exterior es un borde delgado y transparente que se conecta abiertamente con el exterior.
Se trata de un diseño aparentemente sencillo pero muy provocador, que desafía la noción tradicional de flujo museístico, al ofrecer a los visitantes plena libertad sobre su situación, su apropiación del espacio, la definición de su propio recorrido y su interacción con el edificio, el arte y el entorno.
En este contexto, algunas de las obras expuestas colaboran para subrayar la conexión fenomenológica entre el espectador, el objeto expuesto y la naturaleza, estableciendo no sólo una relación de observación pasiva sino de interacción individual y grupal con el arte.
Por ejemplo, Sky Blue Planet, la escultura al aire libre James Turrell , en una obra similar expuesta en el Museo de Arte Chichu de Tadao Ando en Naoshima . Enmarcando el cielo, el espectador asiste al espectáculo siempre cambiante del cielo y el entorno.
Otro caso es Vertical Green, de Patrick Blanc, un jardín vertical con más de 100 variedades de plantas que hace de frontera en uno de los patios y que es atravesado perpendicularmente por una circulación acristalada.
Una de las más llamativas es la obra de Leandro Erlich, llamada Swimming Pool. Resulta insólito encontrar una piscina en medio de un museo, pero a medida que uno se acerca, sorprende ver a personas bajo el agua. Más tarde, al entrar en las zonas de exposición del sótano, uno puede meterse en la piscina y ver a la gente desde el otro lado del «agua».
El efecto es muy interesante y acertado, pues permite la participación entusiasta del público. Se consigue poniendo dos placas de acrílico separadas entre sí por 30 cm, un espacio lleno de agua. También se ha colocado otra capa de agua de unos 10 cm de grosor sobre el acrílico para conseguir un efecto más realista.
El museo cuenta con una zona de exposición especial en el sótano, a la que se accede mediante un ascensor, una caja transparente que se eleva mediante un pistón cilíndrico, ambos evocan a su vez las formas primarias utilizadas en el diseño y hacen referencia a los conceptos de ligereza, permeabilidad y simplicidad que se encuentran en todo el edificio.
De noche, el museo enfatiza su papel como hito urbano y su apropiación visual simbólica por parte de los habitantes de Kanazawa.