Echa un vistazo a una habitación llena de niños pequeños. Lo más probable es que algunos jueguen solos y otros se agrupen para buscar aventuras juntos. Aunque el juego en parejas es más común a medida que los niños crecen, hay que tener en cuenta que algunos niños son igual de felices, si no más, solos. Sin embargo, tarde o temprano, la mayoría de los niños pequeños encuentran compañeros de juego y comienzan el (a veces doloroso) proceso de crear amistades infantiles. No cabe duda de que habrá algunos baches en el camino; por ejemplo, su hijo puede volverse mandón o irritarse ante las exigencias de un compañero tirano. Puedes ayudarle a navegar por este delicado territorio fomentando la empatía («A James probablemente le gustaría hacer su propia torre de bloques»); enseñándole modales; y mostrándole (a través de la sugerencia y el ejemplo) lo que significa ser un amigo.
Hablando de mandonería, muchos niños pequeños egocéntricos adoptan una manera imperiosa en este momento (yo soy el rey y todos los demás -mamá incluida- son uno de mis súbditos). Esta fase pasará (como todas), pero hasta que lo haga, desactiva la dictadura tratando a tu hijo como te gustaría que te tratara a ti (en otras palabras, no le des órdenes). Además, ofrecerle opciones siempre que sea posible le ayuda a sentirse más en control de su mundo (y es menos probable que intente hacerse con el control total).
Otro punto potencial en el radar estos días: Puede que tengas un llorón en tus manos. No sea demasiado duro con él ni con usted: al igual que cuando era un bebé, el llanto es un medio de comunicación, especialmente cuando las palabras no siempre llegan con facilidad. Además, algunos niños pequeños son especialmente sensibles; lloran (y ríen) más rápido y más a menudo, pero eso no significa que sean menos felices que sus compañeros menos sensibles. Intenta mantenerte neutral ante sus lágrimas: no te apresures a rescatarle ni le regañes por llorar ante un hecho sin importancia. Quizá la táctica más eficaz de todas sea intentar ayudarle a sustituir sus lamentos por palabras.