Durante la guerra de Vietnam, más de 4.000 perros patrióticos sirvieron, pero sólo 200 pudieron volver a casa cuando la guerra terminó. Nemo, un gran pastor alemán, fue uno de los afortunados perros que fue traído de vuelta a los Estados Unidos después de que salvara sin miedo a su dueño.
Nemo nació en 1962. Entró en las Fuerzas Aéreas en 1964. El perro completó un curso de entrenamiento de ocho semanas y fue asignado a su adiestrador, el aviador Bryant. Durante dos años, el dúo estuvo destinado en la base aérea de Fairchild, en el estado de Washington. En 1966, fueron enviados a Vietnam. El perro y su adiestrador fueron destinados al 377º Escuadrón de Policía de Seguridad. Bryant sirvió seis meses con Nemo, pero luego fue enviado de vuelta a Estados Unidos, y Nemo se quedó. El canino fue entregado al aviador de segunda clase Robert Throneburg.
En diciembre de 1966, Nemo y su nuevo adiestrador se encontraron patrullando a pocos kilómetros de la base. Nemo detectó rápidamente la presencia de soldados enemigos y alertó a su controlador. Por desgracia, les dispararon. Throneburg soltó la correa de Nemo y devolvió el fuego. Durante la batalla, Nemo recibió un disparo por debajo del ojo y la bala salió por la boca del perro. Throneburg recibió un disparo en el hombro y cayó al suelo. A pesar de las graves heridas de Nemo, el perro siguió luchando contra el enemigo para que Throneburg pudiera pedir ayuda por radio. Nemo se arrastró hasta el cuerpo de Throneburg y se colocó encima de su adiestrador en un intento de protegerlo hasta que llegara la ayuda.
El veterinario de la base pudo salvar a Nemo de su grave herida de bala. El perro fue puesto de nuevo a patrullar, pero su salud entró en una espiral descendente. Su herida era extrema y requería cuidados adicionales, por lo que se decidió que el perro fuera enviado de vuelta a los Estados Unidos. Nemo volvió a Estados Unidos con honores militares. Fue el primer perro centinela al que se le concedió la jubilación completa.
Durante varios años, Nemo participó en anuncios de reclutamiento para conseguir perros para el esfuerzo de guerra. Cuando la guerra empezó a terminar, Nemo recibió su perrera privada para retirarse en Texas. Nemo murió antes de la Navidad de 1972. Se intentó conservar el cuerpo del perro para que quedara inmortalizado para siempre como parte de la historia, pero los intentos fracasaron y Nemo fue enterrado. Su perrera se convirtió en un monumento permanente en honor al intrépido y orgulloso patriotismo del perro y al servicio a su país.