Con las imágenes del terremoto de Haití aún frescas en la memoria, y una catástrofe similar que acaba de ocurrir en Chile, venir de nuevo a Nueva Orleans nos trajo vívidas imágenes del desastre del huracán Katrina. La ciudad se ha recuperado en su mayor parte de esa experiencia, aunque el moho persiste en muchos edificios históricos y antiguos, poniendo en riesgo a los alérgicos al respirar los alérgenos. Sin embargo, la ciudad de Nueva Orleans ha recuperado casi por completo su antiguo esplendor, y la música vuelve a salir por las puertas y ventanas del Barrio Francés, llamando a la gente a compartir bebidas y comidas e indicando claramente qué productos concretos contienen o pueden contener trazas de frutos secos, para que los alérgicos no tengan que correr a su autoinyector de epinefrina para tratar los ataques anafilácticos que ponen en peligro su vida. Con este telón de fondo, y bajo un cielo pesado, lluvioso y ventoso, la Academia Americana de Asma, Alergia e Inmunología (AAAAI) celebró su reunión anual de 2010 en el Centro de Convenciones Ernst E. Memorial, donde 4 días repletos de presentaciones y debates desplazaron la mayoría de los demás pensamientos de los asistentes. De hecho, las noches en la calle Bourbon nunca habían estado tan poco concurridas como durante la reunión, lo que sugiere que los asistentes estaban quizás secuestrados en sus habitaciones de hotel, trabajando con la nueva información obtenida en la reunión.