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Estaba escondido en un rincón de una exposición de muscle cars en Daytona, Estados Unidos, el año pasado. Resulta que el De Tomaso Pantera de 1972 que aparece en este reportaje tiene «músculos» americanos, pero con otro ropaje. En cuanto el empresario Alexandre Mattei se fijó en el deportivo italiano, dejó de lado modelos como el Camaro, el Charger y el Mustang y decidió comprarlo.
Mattei estuvo cuatro días negociando con el antiguo propietario. «El Pantera es un coche caro, incluso en Estados Unidos. Pero como hay poca gente interesada, conseguí un precio justo».
Las líneas de este De Tomaso fueron creadas por el estudio Ghia. El frontal, muy bajo, cuenta con faros retráctiles, típicos de la época. En la parte trasera, llaman la atención las cuatro salidas de escape.
El modelo llegó al país en abril. «Me gusta usarlo en el día a día. En el tiempo libre, es un coche delicioso de conducir», dice el empresario. Pero en el tráfico lento la situación es diferente: «Es pesado, hecho para pistas abiertas». A pesar de tener casi 40 años, el rendimiento del De Tomaso hace honor a su nombre felino. El gran motor V8, instalado en la posición central-trasera, es un Ford 351 Cleveland de 5,7 litros. La potencia es de 310 CV a 5.200 rpm y el par máximo, de 52,5 mkgf.
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El interior es confortable: hay elevalunas eléctricos y aire acondicionado. En el salpicadero, el velocímetro llega hasta las 200 mph (unos 320 km/h) y la banda roja del cuentavueltas comienza a 5.900 rpm.
Belleza italiana con músculo americano
Los orígenes de De Tomaso recuerdan a un productor de coches exóticos mucho más reciente, Pagani. Ambas son fábricas italianas fundadas por argentinos. El bonaerense Alejandro de Tomaso creó la empresa en 1959 en la ciudad de Módena, la misma que Ferrari.
El objetivo inicial eran los monoplazas de competición. Incluso para la Fórmula 1, con apariciones en dos Grandes Premios en 1961. El propio industrial ya había hecho dos carreras en la categoría como piloto en 1957 y 1958.
En 1962 y 1963, los De Tomaso intentaron sin éxito clasificarse para el GP de Italia. En ese momento, los motores eran compatriotas: Osca, Alfa Romeo, Ferrari e incluso un De Tomaso de ocho cilindros «casero». También hubo un coche que estuvo en 11 etapas de F-1 en 1970, por el equipo de un tal Frank Williams.
En 1964 comenzó la trayectoria de los modelos de calle, con el Vallelunga. Trajo dos características que aparecerían en otros coches de la marca: chasis de aluminio y motor central trasero. De hecho, es el segundo coche de serie en el mundo que tiene el propulsor en esta posición. El pionero fue el Porsche 550 Spyder de 1953.
Otro punto que se convertiría en una tradición en la marca es el motor de Ford. El de entonces era el 1.5 de cuatro cilindros del Cortina inglés, con 106 CV.
Aunque el diseño estaba basado en el de un descapotable de Carrozeria Fissore, la producción corrió a cargo de Ghia, que se convertiría en otro socio habitual.
Con trazos rectos que resurgirían en el Pantera, el Mangusta, el segundo deportivo de la marca, es de 1967. El propulsor 4.7 V8 procedía de la empresa matriz Ford, que participó en el proyecto. El estilo y el ensamblaje del coupé eran de Ghia, entonces recién comprada por De Tomaso.
Pero fue su sucesor, el Pantera, el que cimentó el nombre del fabricante de automóviles italiano. Lanzado en 1971, tenía un V8 aún mayor, el Cleveland 5.7. Diseñado también por Ghia, el coche se hizo notar en Estados Unidos, donde se vendía en las tiendas Lincoln y Mercury, marcas propiedad de Ford.
Pero en 1973 se rompió el acuerdo con el gigante americano, que tomó el control de Ghia. Sin embargo, el Pantera se produciría hasta 1993.
De Tomaso promete volver en 2012 con el crossover Deauville. (Nícolas Borges)