2. Informe de un caso
Un varón paquistaní de 17 años ingresó con fiebre de alto grado asociada a escalofríos y rigores (40,5-41 °C) durante 2 semanas antes del ingreso. Durante un curso de antibióticos orales que había tomado durante 5 días, sus síntomas habían remitido, sin embargo, la fiebre reapareció al suspender el tratamiento.
En la exploración, el paciente, un individuo delgado y delgado, parecía tóxico y deshidratado. Estaba taquipneico, taquicárdico y febril a 38 °C, con un pico ocasional de hasta 40 °C. Se inició un tratamiento sintomático. Las pruebas bioquímicas al ingreso mostraron un recuento bajo de glóbulos blancos (WBC), con predominio de neutrófilos. Los análisis de malaria, realizados debido a los síntomas inespecíficos que presentaba y a su endemicidad en Asia, resultaron negativos. Sin embargo, sus pruebas de función hepática estaban ligeramente alteradas, con una bilirrubina directa de 0,5, una Gamma-GT de 178, una fosfatasa alcalina de 205 y una deshidrogenasa láctica de 2380.
Una ecografía de cribado mostró linfadenopatía paraaórtica, retroperitoneal y mesentérica, especialmente en la fosa ilíaca derecha y en las regiones aorto-cavales. La TC de tórax, abdomen y pelvis realizada para evaluar la extensión de la linfadenopatía mostró un engrosamiento significativo de la unión ileocecal, el íleon terminal, el ciego y el colon ascendente proximal. También mostraba un aumento de los ganglios linfáticos aorto-cavales, porta-hepáticos y porto-cavales, así como linfadenopatía mesentérica en la fosa ilíaca derecha (para-cecal). Se informó de que los ganglios linfáticos tenían un tamaño de 20×9 mm, 21×15 mm y 29×17 mm en la fosa porta-hepática, para-aórtica e ilíaca derecha, respectivamente. Estos hallazgos radiológicos aumentaban significativamente la probabilidad de que el paciente sufriera realmente una tuberculosis abdominal o un linfoma. Se consideró que los ganglios linfáticos estaban demasiado profundos para acceder a ellos, incluso con la guía de la ecografía o la TC, por lo que se pospuso el plan de biopsiarlos a menos que fuera necesario.
Los ambiguos hallazgos clínicos parecían conducir a un diagnóstico de tuberculosis abdominal o de un linfoma. Debido a la endemicidad de la primera en la región, así como a la extensa linfadenopatía, se pensó que era más probable que la paciente tuviera tuberculosis abdominal, en lugar de un linfoma. Por ello, se inició un tratamiento empírico antituberculoso. Sin embargo, 2 días más tarde, los informes de los hemocultivos mostraron que el paciente había padecido realmente fiebre entérica, siendo el organismo causante Salmonella paratyphi (S. paratyphi) A sensible a la ampicilina, el cloranfenicol, la ceftriaxona, el cotrimoxazol y la cefixima, y resistente a la ciprofloxacina.
Sobre la base de los informes de los hemocultivos, el paciente fue readmitido. Se interrumpió su tratamiento antituberculoso y se le empezó a administrar ceftriaxona intravenosa 2 000 mg BID como tratamiento de la fiebre entérica durante una semana, seguido de cefspan 400 mg durante 2 semanas. Sus síntomas mejoraron progresivamente, y a las 4 semanas del diagnóstico, sus hemocultivos eran negativos, los marcadores bioquímicos alterados habían vuelto a la normalidad y la linfadenopatía previamente visualizada no era visible en la última ecografía, indicando la resolución de la enfermedad.