El año pasado Eva Bodenmüller leyó sobre una ciudad del este de Alemania que invitaba a vivir allí durante un mes de forma gratuita. Ella y su pareja, el artista Carsten Borck, sabían que tenían que dejar pronto su residencia en Italia y no estaban deseando volver a su Berlín natal.
«Pensé: ‘¿Por qué no Görlitz?», dijo Bodenmüller, periodista independiente.
Görlitz, la ciudad más oriental de Alemania, es una joya bien conservada que ha interpretado el papel de pintoresco burgo miteleuropeo en películas de Hollywood, desde El gran hotel Budapest hasta Malditos bastardos o El lector. Pero su casco antiguo de colores pastel, que atrae a 140.000 turistas al año, esconde una realidad más oscura.
La ciudad tiene los salarios más bajos de Alemania y uno de los porcentajes más altos de votantes de extrema derecha del país. Tras la caída del Muro de Berlín en 1989, los orientales huyeron en masa hacia el oeste, lo que redujo la población de Görlitz en más de un 25%, hasta los 54.000 habitantes en 2013.
Los responsables de la ciudad decidieron que tenían que hacer algo para invertir esta tendencia, y se les ocurrió ofrecer una estancia gratuita de un mes, sin condiciones.
Otras ciudades ya habían experimentado con la idea de atraer a nuevos residentes ofreciéndoles cubrir su vivienda. Detroit fue la primera gran ciudad en probarlo, lanzando un innovador programa de pago a jóvenes profesionales prometedores para que vivieran y trabajaran en la ciudad durante un año, y hoy la idea se utiliza en todas partes, desde la isla griega de Anticitera hasta Candela (Italia), pasando por Tulsa (Oklahoma), que ofrece 10.000 dólares a los trabajadores digitales para que se trasladen allí durante un año.
La proporción de trabajadores que realizan su actividad a distancia está creciendo. Ya hay millones de personas que pasan gran parte de su vida adulta saltando de un lugar a otro, incluyendo quizá alguna visita ocasional de turismo laboral a Medellín o Tokio. Los responsables del programa de Görlitz pensaron que podría atraer a algunos de esos trabajadores nómadas y darles la oportunidad de aprender algunas lecciones sobre cómo invertir el declive de su población.
«Cuando presentamos la solicitud pensamos que el proyecto consistía en convencer a la gente de que se mudara a Görlitz», dijo Borck mientras tomaba borscht en un restaurante con vistas al río Neisse. «Pero ahora tenemos la sensación de que no importa si nos quedamos aquí después de estas cuatro semanas o no. Sólo somos los ratones de laboratorio de este experimento científico».
El Centro Interdisciplinario para la Transformación Urbana Ecológica y Revitalizadora (IZS), con sede en Görlitz, que supervisa Testing the City, como se conoce el proyecto financiado por el gobierno federal, recibió más de 150 solicitudes. Dos tercios procedían de las ciudades más grandes, y varias venían de fuera de Alemania, como Hungría, la República Checa, EE.UU. y el Reino Unido.
Los 54 individuos y grupos que participan son solteros, parejas y familias que van desde los 20 a los 60 años, incluyendo empresarios digitales, un cineasta, una modelo, artistas visuales y músicos. A cada uno se le asigna uno de los tres apartamentos mantenidos por el proyecto y se le ofrece el uso gratuito de uno de los tres espacios para trabajar.
Aunque el municipio espera que algunos se trasladen permanentemente a Görlitz, la intención principal es que el ISZ utilice las entrevistas y los cuestionarios de los participantes para informar sobre una política nacional de desarrollo urbano que ayude a reactivar las ciudades más pequeñas de Alemania. «Nuestro objetivo es aprender más sobre lo que la gente necesita y, si se traslada, cuál es su motivación», dijo el director del IZS, Robert Knippschild.
Görlitz es un lugar fascinante para probar estas teorías. La ciudad tiene alrededor de 7.000 apartamentos vacíos, y el desempleo es un tercio más alto que la media nacional. Por eso, en parte, Görlitz ha acogido a 1.200 refugiados. Pero las encuestas han demostrado que la inmigración es el problema más urgente para los residentes del este de Alemania, donde la extrema derecha se ha afianzado.
Görlitz no ha visto el tipo de violencia xenófoba que ha golpeado a Chemnitz y Dresde, pero ha sido llamada «la sala de estar» del partido nativista Alternativa para Alemania (AfD). Este año, la AfD se impuso en Görlitz en las elecciones al Parlamento Europeo y en las elecciones estatales del 1 de septiembre, con más del 37% de los votos, y también ganó la primera vuelta de las elecciones a la alcaldía, aunque el candidato de la Unión Cristianodemócrata, Octavian Ursu, ganó la segunda vuelta en junio.
«Fue una campaña dura», dijo Ursu, un inmigrante rumano que tocaba la trompeta principal en la orquesta filarmónica local antes de dedicarse a la política. Dice que quiere dejar la animosidad de las elecciones en el pasado, y ve Testing the City como parte de un renacimiento en ciernes que incluye un nuevo centro de análisis de datos que emplea a 120 científicos e ingenieros, un campus de innovación de tecnologías de hidrógeno de Siemens que empleará a otros 100, y una remodelación de 36 millones de euros (32 millones de libras) para el ayuntamiento art nouveau.
Ursu cree que la clave para crear puestos de trabajo es una sociedad más acogedora. «He dicho a los ciudadanos que deben pensar si quieren tener una ciudad abierta, una ciudad europea o una ciudad cerrada», dijo.
Esta no es una cuestión resuelta en Görlitz. Un reportaje sobre el proyecto realizado en julio por el medio de comunicación alemán Deutsche Welle suscitó agudos comentarios en Internet. «El incentivo para atraerlos aquí es solo el intento desesperado de nuestra ciudad para luchar contra la disminución de la población», dijo el usuario de YouTube Polter Geist. «Esperan que su basura alternativa de izquierdas atraiga a los jóvenes».
Durante su estancia, Bodenmüller y Borck han tratado de abordar estas cuestiones directamente. Borck montó una exposición de su obra en la galería Europa Haus, con carteles en los que preguntaba a los transeúntes cosas como «¿Soy bienvenido aquí?» y «¿Cómo sé que no eres nazi?».
La pareja dijo que pasó mucho tiempo hablando con los lugareños y encontró una ciudad de extremos. «En otros lugares, por lo general, hay personas de diferentes grupos que hablan entre sí», dijo Bodenmüller, que ha vivido en Berlín, Múnich y varias ciudades más pequeñas. «Pero aquí no hay un centro, solo están los dos lados».
Otro participante en el proyecto, Nikolas Kammerer, fotógrafo de 34 años de Leipzig, considera que los locales son uno de los principales atractivos de la ciudad. Le pareció refrescante que los artistas y trabajadores creativos de Görlitz no busquen convertirse en estrellas de YouTube o influencers de Instagram, sino que se centren en producir y colaborar. Atribuye a su mes en la ciudad su primer encargo exitoso para el medio de comunicación alemán Die Zeit: una serie de retratos de votantes locales el día de las elecciones. «En Leipzig probablemente no habría hecho esto», dijo.
También vio la otra perspectiva, en un mitin electoral de extrema derecha en el que el candidato de AfD denunció a los extranjeros como criminales y la multitud coreó «Lugen Presse!» («¡Prensa mentirosa!»). «Fue horrible», dijo Kammerer, cuya abuela es de Görlitz. «La mayoría de esta gente de extrema derecha no quiere hablar con los medios de comunicación, lo que es un problema porque quiero que estén representados en mi trabajo».
Con el proyecto a punto de llegar a la mitad, cuatro participantes se han comprometido a trasladarse a Görlitz, entre ellos el poeta germano-finlandés Mark Mallon y su esposa, la artista finlandesa Venla Saalo. La pareja decidió abandonar Berlín por el tráfico, la contaminación y los elevados alquileres, y se instaló en Görlitz en abril. «Görlitz parece una ciudad viva, con mucha gente joven, estudiantes, oportunidades, espacios vacíos, y por otro lado paz y lejanía», dicen. «Es una gran combinación para el trabajo creativo»
A Borck y Bodenmüller les gustan los alquileres baratos y la alta densidad de tiendas de comestibles orgánicos y restaurantes vegetarianos, pero desearían que Görlitz tuviera un mejor transporte regional y una mentalidad más abierta. También desearían tener más tiempo allí.
«Es muy intenso, tratar de conocer gente, aprender la ciudad y hacer nuestro trabajo en sólo cuatro semanas», dijo Bodenmüller. «Si pudiéramos estar aquí más tiempo, podríamos irnos y volver y tener más posibilidades de entender la ciudad».
Las primeras conclusiones de Knippschild sobre el proyecto piloto sugieren que la oferta cultural y las actividades de ocio son cruciales para atraer a los trabajadores nómadas, al igual que unas conexiones de viaje fiables y una buena vivienda.
«La gente se está tomando el proyecto en serio, pensando en qué fase de la vida están y qué necesitan en términos de vivienda y vida», dijo sobre los participantes. «Esto nos está dando una gran visión de los puntos fuertes y débiles de Görlitz.»
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