A veces parece que las pilas AA se reproducen cuando se dejan solas en los cajones oscuros de la casa. Cuando los niños las arrancan de los juguetes al quedarse sin carga, las pilas muertas sin carga se mezclan con las nuevas. Y, de alguna manera, nunca se tiene a mano un comprobador de pilas o un multímetro que funcione para probarlas (e incluso puede que hayan robado sus pilas para utilizarlas en otra cosa).
Una prueba rumoreada y sencilla para distinguir una pila gastada de una buena es el rebote de las pilas gastadas: si se dejan caer al suelo, las gastadas rebotan. Esto ha sido recibido con un cierto grado de escepticismo, y muchos afirman que la técnica no tiene ninguna base científica. Sin embargo, la cuestión ha quedado zanjada con los resultados de un estudio revisado por expertos de investigadores de la Universidad de Princeton y publicado en el Journal of Materials Chemistry.
El rebote de la batería muerta
Lo que muestra el estudio es que cuanto más se descarga la batería, mayor es su rebote, medido al dejar caer las baterías por tubos de plexiglás y registrar la altura del rebote. Esta correlación se estabiliza cuando se ha utilizado la mitad de la energía. Además de despejar las dudas sobre la utilidad de la técnica, los autores también han descubierto por qué las propiedades de las pilas y su tendencia a rebotar cambian a medida que se agota su energía.
Disección de las pilas
La mayoría de las pilas desechables constan de dos cámaras. Una es el cátodo con carga positiva, que contiene dióxido de manganeso. La otra es el ánodo con carga negativa, que contiene zinc en forma de gel y algo de hidróxido de potasio, el álcali que da nombre a las pilas alcalinas estándar no recargables.
Interior de una pila alcalina. Tympanus
Cuando se conectan los dos extremos de una pila, el zinc reacciona con el hidróxido en el ánodo, lo que libera electrones que fluyen hacia el dióxido de manganeso en el cátodo, generando electricidad. Durante este proceso, las distintas sustancias químicas reaccionan para formar óxido de zinc y otra forma de óxido de manganeso. Cuando todo el zinc ha reaccionado, ya no hay más para crear un flujo de electrones, por lo que la pila se descarga.
El equipo de la Universidad de Princeton diseccionó entonces pilas con distintos grados de descarga y examinó su contenido con un microscopio electrónico de barrido. Descubrieron que en el proceso de descarga también se produce un cambio tanto físico como químico en la naturaleza de la pila.
El óxido de zinc se forma alrededor de las partículas de zinc incrustadas en el gel, convirtiendo lentamente el gel en una cerámica. Mientras que el material comienza como partículas fuertemente empaquetadas, el proceso de oxidación forma pequeños puentes entre ellas, produciendo un material un poco como una red de resortes enlazados, lo que le da rebote. Cualquiera que haya dejado caer una gelatina al suelo sabrá que los geles no rebotan, pero el molde cerámico en el que se forman sí puede hacerlo.
Sin embargo, el «rebote máximo» se alcanza cuando la batería está a la mitad de su carga, momento en el que la cantidad de rebote se nivela a pesar de que se sigue formando más óxido de zinc. Por lo tanto, la técnica de rebote puede revelar que una batería no está fresca, pero no es un indicador de que esté completamente descargada. Aun así, es una forma fácil e instantánea de comprobar la profusión de pilas que llenan nuestros cajones, sin necesidad de multímetro.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el artículo original.