Aunque existe una variedad de opciones de terapia con respecto a los niños con trastorno del espectro autista (TEA), el Análisis Aplicado de la Conducta (terapia ABA) se considera una de las terapias más ampliamente aceptadas para los niños con TEA. El principio básico del ABA es que las consecuencias deseables aumentan el comportamiento, mientras que las indeseables lo disminuyen. Esto significa que las consecuencias positivas para el comportamiento promoverán la continuación de dicho comportamiento y que las consecuencias negativas para el comportamiento disminuirán la probabilidad de que dicho comportamiento vuelva a ocurrir. Cuando se aplica la terapia ABA a los niños con autismo, se lleva a cabo una intervención que se esfuerza por reducir los excesos en las conductas del niño y disminuir los déficits de habilidades que están siendo causados por estos excesos conductuales, construyendo así un repertorio de habilidades para el niño. Construir un repertorio de habilidades para el niño es importante, ya que aporta un cambio práctico que contribuye a que el niño se adapte a la sociedad de forma neurotípica. Las habilidades incluyen el lenguaje y la comunicación, el razonamiento, la atención y la memoria, así como las habilidades sociales y motoras, mientras que la terapia ABA trabaja al mismo tiempo para gestionar el comportamiento desafiante. Lo más importante es que el objetivo de la terapia ABA es aumentar las conductas que son útiles y disminuir las conductas que son perjudiciales o que afectan al aprendizaje.
Se cree que el ABA como terapia de intervención es más eficaz cuando los niños con TEA son menores de cinco años. Sin embargo, lo más probable es que los niños mayores con TEA sigan beneficiándose del ABA como terapia de intervención. Para obtener el máximo beneficio del análisis conductual aplicado, se recomienda una extensa terapia individual de 20 a 40 horas semanales, lo que desgraciadamente suele ser muy costoso. Además, el ABA sería aún más beneficioso y eficaz si los padres del niño con TEA se formaran ellos mismos en ABA. De este modo, el niño no sólo recibe la intervención durante las horas de terapia ABA, sino en casi todas las ocasiones. En consecuencia, el niño es constantemente reforzado por conductas positivas, lo que contribuye a la disminución de los excesos en las conductas del niño y a la disminución del déficit de habilidades.
La terapia ABA se adapta para satisfacer las necesidades de cada persona única, lo que la convierte en una terapia de intervención tan valiosa con respecto a los niños con TEA, ya que cada niño demuestra diferentes necesidades, habilidades y fortalezas y, por lo tanto, requiere un enfoque diferente de intervención. Además, el ABA puede aplicarse en muchos lugares diferentes, como en casa, en la escuela y en la comunidad. La terapia de intervención que se aplica en tantos lugares diferentes contribuye a que el niño pueda generalizar sus habilidades en todos los entornos. Un posible factor que contribuye a que el ABA sea la terapia de intervención más aceptada para los niños con TEA, es el hecho de que la terapia ABA se considera un tratamiento de mejores prácticas basado en la evidencia, lo que significa que el ABA como terapia de intervención ha superado las pruebas científicas de su utilidad, calidad y eficacia.