A medida que tu útero se ha ido agrandando a lo largo del embarazo, la bolsa amniótica se ha ido expandiendo para dar cabida tanto a tu bebé como al líquido amniótico. A partir de ahora, sin embargo, el saco crecerá simplemente estirándose en lugar de formar nuevas células.
El saco amniótico está formado por dos capas o membranas distintas, un «amnios» interno y un «corion» externo. El corion tenía originalmente un suministro de sangre propio, pero ahora se ha perdido. El amnios, más fino, es capaz de deslizarse sobre el corion cuando el bebé empuja contra él. Ninguna de las dos capas contiene células nerviosas: esto explica que no sea doloroso cuando se rompen las membranas o se «rompe la bolsa». Combinadas, las capas sólo tienen 0,5 mm de grosor. Las fibras de colágeno de cada capa permiten un gran estiramiento, lo cual es vital en estos últimos meses para evitar la ruptura temprana de las membranas. De hecho, las membranas pueden ser tan resistentes a la rotura que no se rompen hasta las fases finales del parto (véase ¿Cuándo estoy de parto?).
Además de retener el líquido amniótico y de proporcionar una barrera contra posibles infecciones a través del cuello uterino, las membranas contienen sustancias que forman prostaglandinas. Las prostaglandinas desempeñan un papel importante en el inicio del parto. Esta es una de las razones por las que el parto suele iniciarse cuando las membranas se han roto.