Shukumar y Shoba, un matrimonio, reciben un aviso de su compañía eléctrica en el que se les informa de que durante cinco días se les cortará la luz durante una hora de 8 a 9 de la noche para reparar una línea eléctrica dañada por una tormenta de nieve. La pareja se ha distanciado cada vez más desde que su bebé nació muerto hace seis meses, y ahora están acostumbrados a comer en habitaciones separadas.
La pareja todavía está abrumada por el dolor de la pérdida de su hijo. Shoba sufre por lo inesperado de la muerte, y Shukumar por la culpa de haber estado ausente en el parto: había estado en una conferencia cuando Shoba se puso de parto, y no había estado allí para consolar a su mujer cuando su bebé nació muerto. Tras el mortinato, Shukumar reflexiona sobre cómo ha cambiado Shoba. Mientras que antes su mujer era una cuidadosa planificadora y le encantaba agasajar a los demás, ahora ha renunciado apáticamente a prepararse para el futuro, y la pareja se ha aislado de los demás.
El apagón temporal obliga a Shukumar y a Shoba a cenar juntos, o a comer por separado en la oscuridad. La pareja opta por cenar juntos y, a sugerencia de Shoba, comienzan a intercambiar secretos como forma de pasar el tiempo hasta que se restablezca la electricidad, un juego que ella recuerda de sus viajes de infancia a la India, cuando el generador se apagaba regularmente. El juego se convierte en «un intercambio de confesiones», en el que Shukumar y Shoba revelan, por turnos, las pequeñas formas en que se han engañado y decepcionado mutuamente a lo largo de su matrimonio. La revelación de estas verdades permite que Shukumar y Shoba se abran el uno al otro por primera vez desde la muerte de su bebé, y su relación parece recuperarse.
Cuando la compañía eléctrica envía un segundo aviso la mañana del último día del apagón informando a la pareja de que las reparaciones se han completado antes de lo previsto y el apagón ha terminado, Shukumar sugiere que la pareja coma junta en la oscuridad por última vez. Mientras terminan de comer, Shoba revela que tiene un último secreto que le gustaría confiar a Shukumar, pero que debe contarlo con las luces encendidas. Shoba le dice a Shukumar que ha encontrado un apartamento y que tiene la intención de dejarlo. Shukumar se da cuenta de que el juego de intercambiar secretos no era un intento de Shoba de reparar su matrimonio, sino un medio de preparar a Shukumar para esta última y difícil confesión.
Enfadado, Shukumar responde con un brutal secreto propio: revela el sexo de su bebé muerto, algo que Shoba deseaba no saber nunca, y algo que ella había creído que también era un misterio para Shukumar. Sin que Shoba lo supiera, Shukumar había llegado al hospital antes de que el cuerpo del bebé pudiera ser incinerado, y había tenido a su hijo muerto en brazos. Shukumar describe la escena a Shoba con todo lujo de detalles. Tras la confesión de Shukumar, Shoba apaga las luces. La historia termina mientras la pareja llora en la oscuridad, «por las cosas que ahora sabían».