Estamos al borde de una nueva era de la formación en comunicación. En el pasado, el péndulo ha llegado a los dos extremos. En un extremo han estado las presentaciones de conferencias técnicas diseñadas para dar información sin permitir el aprendizaje por experiencia. En el otro extremo están los juegos artificiosos, que interesan e involucran a los individuos, pero que no necesariamente amplían al individuo intelectualmente. Junto a ellos están los enfoques prepotentes orientados al rendimiento en la formación en comunicación que prometen curas milagrosas.
Es posible ofrecer un programa de formación en comunicación equilibrado que sea inteligente en su contenido y motivador en su enfoque. Se trata de una experiencia de aprendizaje dinámica que es, por su propia naturaleza, inspiradora y educativa. Las experiencias de la vida real no se describen y discuten simplemente, sino que al menos se simulan y, en el mejor de los casos, constituyen la base misma del aprendizaje.
Esta formación en comunicación va mucho más allá de proporcionar simplemente las herramientas y técnicas para mejorar el rendimiento. Permite a los individuos descubrir sus motivaciones más profundas y proporciona las oportunidades para las transformaciones en el enfoque. Al implicarse en el proceso de aprendizaje activo, los participantes se verán capacitados e inspirados sin sentirse manipulados. Verán la importancia de hacer hincapié en los principios por encima de las técnicas y de desarrollar auténticas habilidades de comunicación práctica en lugar de basarse en fórmulas poco sinceras. Se proporciona un entorno en el que los participantes pueden experimentar con diferentes respuestas a determinadas situaciones. Los participantes pueden explorar la naturaleza de sus respuestas y considerar las consecuencias de sus acciones. El aprendizaje experimental garantiza que lo aprendido perdure y se integre adecuadamente en la vida cotidiana.
En el plano personal, este programa es holístico y busca el equilibrio entre las diferentes áreas que afectan a la interacción y la comunicación. Los desequilibrios en la vida de las personas pueden conducir a la ineficacia y al bajo rendimiento en todas las áreas, por lo que ayudar a los individuos a encontrar el equilibrio les anima a alcanzar su máximo potencial. Es importante encontrar un equilibrio entre el yo interior y la persona exterior. Las formas de pensar, sentir y creer tienen una relación recíproca con las formas de interactuar con los demás. Es posible ayudar a las personas a encontrar este equilibrio.
Las formas de pensar: Pensar con claridad y eficacia, tomar decisiones, resolver problemas, establecer objetivos realistas. Cuando podemos cambiar las formas de pensar, apreciamos cómo podemos cambiar las formas de actuar.
Las formas de sentir: Aprender a comprender y manejar las emociones (en particular el miedo, la ira), desarrollar la paciencia y la confianza, experimentar una sensación de empoderamiento. Controlar nuestros sentimientos nos permite controlar nuestras acciones.
Las creencias: Considerar las actitudes y los valores, desarrollar una base ética clara para la acción. Conocer las formas en que creemos puede darnos principios que impregnarán nuestras acciones y nos darán integridad al actuar e interactuar.
Las formas en que interactuamos con los demás: Reconocer los patrones de comportamiento y comunicación, trabajar eficazmente con los demás (cooperar, trabajar en equipo, afrontar los conflictos, liderar y guiar a los demás). Al apreciar las formas en que interactuamos con los demás, podemos ser conscientes de la naturaleza recíproca de nuestras propias acciones.
La dimensión física es tanto el medio de aprendizaje como un beneficiario del proceso de aprendizaje. Los participantes se sentirán desafiados físicamente y, a su vez, descubrirán la energía y el entusiasmo necesarios para la acción positiva.