El vino azul elaborado en España salta a los medios de comunicación, pero parece que la idea original de una startup española ha sido secuestrada por un empresario francés, informa The Guardian.
Aunque ‘Vindigo’ es un chardonnay producido en Almería, en Andalucía, lo comercializa el empresario francés René Le Bail y se dirigirá principalmente a Francia. El pedido de unas 35.000 botellas constituye una prueba de mercado para saber si los franceses adoptarán la novedad de España.
Es la segunda vez que la extraña bebida de color azul brillante es noticia, pero la innovación no es necesariamente bien recibida en un sector a menudo visto como la ejemplificación del tradicionalismo.
Ya en 2016, cuando la startup vasca Gïk se lanzó a descorchar el primer vino azul del mundo, o en palabras de su web, «para agitar un poco las cosas y ver qué pasa», se encontró con la vehemente oposición de los bodegueros.
El color azul de estos vinos proviene de un proceso de filtrado a través de la pulpa de la uva. Contiene el pigmento natural antocianina que produce el icónico color índigo. El proceso original se inventó gracias a la colaboración de químicos de la Universidad del País Vasco.
Los puristas veían el tono neón como una abominación; sin embargo, el proceso para elaborarlo se hace con uvas 100% mezcladas.
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Sin embargo, los productores de vino presentaron una denuncia por la bebida poco ortodoxa pero muy ‘instagramable’ que apareció incluso en la revista Time, y las autoridades españolas respondieron.
La decisión administrativa en blanco y negro prohibió efectivamente a la startup aventurarse fuera del espectro de colores tradicional al comercializar su producto como ‘vino’. «El término ‘vino azul’ no se encuentra entre las 17 categorías de productos vitivinícolas» que estipula la UE, citaron las autoridades a ElPais.
Actualizando la etiqueta como «otras bebidas alcohólicas», la startup asegura haber conseguido vender más de 400.000 botellas a través de su tienda online, el supermercado de El Corte Inglés y el duty free de los aeropuertos.
Gik ha aprovechado la polémica para agudizar su imagen de jóvenes y valientes rebeldes que luchan contra las polvorientas tradiciones. «Tú creas las reglas», dice el titular de su página web. Sin embargo, muchos en el sector del vino que dan valor a las medidas de protección afirman que éstas no existen para excluir la innovación, sino para salvaguardar la calidad del producto.
«El vino azul es ahora una cosa porque tu Instagram no tiene papilas gustativas. (Un) Afortunadamente, nosotros sí», se burló el Washington Post en 2017 del producto de Gik.
De hecho, el equipo de seis fundadores de Gïk no tenía formación en producción de vino. En una entrevista con un medio español, contaron que la idea de crear un vino azul surgió de la lectura de un libro de gestión y marketing ‘Estrategia del Océano Azul’.
Mientras que el metafórico océano rojo se considera lleno de tiburones, el azul representa la innovación. «Nos parecía auténtica poesía pasar del líquido rojo del vino al azul que proponíamos», se citan los fundadores.
En el nuevo intento de entrar en los franceses, la estrategia de marketing es diferente al poner un mayor foco en el sabor del producto. «Las mujeres lo aprecian mucho. (…) Hay cereza, fruta de la pasión, mora. Es un vino festivo», cita el Sr. Le Bail en los medios de comunicación.
Azul o tinto, después de que la startup española tanteara el terreno, ahora se verá cómo se recibe la innovación en Francia, otro bastión de los bodegueros tradicionales de Europa; y si más emprendedores quieren seguir el intento de romper sus bien protegidas reglas.