Petraglia ha dirigido expediciones al Nefud durante unos 15 años para investigar cientos de antiguos lagos identificados a partir de fotografías de satélite que ahora están secos pero que fueron importantes abrevaderos en un pasado lejano.
El lecho lacustre de arcilla dura entre las dunas de arena y las crestas rocosas del Nefud occidental -apodado Alathar, que significa «el rastro» en árabe- es el primer lugar donde su equipo ha encontrado huellas de cualquier tipo.
El descubrimiento de al menos siete huellas humanas entre los rastros de antiguos elefantes, camellos, búfalos, équidos (primeros ancestros del caballo) y antílopes en el lugar fue sorprendente, dijo Petraglia.
«Nunca imaginamos que las encontraríamos», añadió.
El análisis de las huellas mediante una técnica de datación llamada luminiscencia estimulada ópticamente, que mide la luz emitida por los granos de cuarzo en la arcilla, indica que las huellas humanas deben haber sido hechas por los primeros Homo sapiens.
Aunque las pruebas arqueológicas demuestran que algunos grupos de la antigua especie humana Homo neanderthalensis -Neandertales- entraron en lo que hoy es Oriente Medio hace hasta 50.000 años, las huellas eran al menos 50.000 años demasiado tempranas y estaban demasiado al sur para haber sido hechas por ellos, dijo Petraglia.
Su investigación también demostró que la forma de las huellas se correspondía mejor con los primeros Homo sapiens, en lugar de los neandertales o las personas que viven en la actualidad, dijo.
Los investigadores creen que los antiguos humanos cazaban animales de presa, como elefantes y búfalos, que se habían reunido en el lago para conseguir agua, dijo.
Encontraron más de 300 huellas de animales y 200 fósiles de animales en el lugar, y un grupo de huellas humanas -posiblemente de una partida de caza- podría mostrar a dos o tres individuos viajando juntos.
La ubicación del descubrimiento refuerza la idea de que algunos de los primeros Homo sapiens siguieron a las manadas de animales desde el Sáhara, a través de la península del Sinaí y hacia Arabia, en lugar de tomar una «ruta costera» junto al Mediterráneo o un puente terrestre del sur entre África y Arabia.