Por qué mienten los niños de preescolar
Cuando sorprenda a su hijo de preescolar tejiendo un cuento o negando algo que usted sabe que ha hecho, lo más probable es que no esté intentando engañarle a propósito. A esta edad, la mayoría de las mentiras se deben a:
- El olvido. Los niños de preescolar tienen poca memoria, así que es probable que su hijo no esté tratando de ser astuto cuando provoca una pelea en el patio de la escuela agarrando el juguete de un compañero y luego niega haber hecho algo malo cuando usted le pregunta al respecto. Es posible que simplemente no recuerde haber cogido el juguete.
- Pensamiento ingenioso. Cuando su hijo de jardín de infancia declara firmemente que no rompió su delicado jarrón de porcelana, en realidad no está tratando de salirse con la suya. Simplemente está deseando que no haya sucedido, hasta el punto de convencerse de que no ha tenido nada que ver con ello.
- Una imaginación activa. A esta edad, los niños tienen una rica vida de fantasía. La creatividad de tu hijo está en su punto álgido y puede pensar que lo que imagina en su cabeza es realmente cierto. Después de todo, ¿no viaja todo el mundo a la luna en un cohete gigante?
- Deseo de evitar la desaprobación. Su hijo sabe que una fechoría le decepcionará, así que en lugar de enfrentarse a su disgusto, puede optar por mentir sobre ella.
- Una necesidad de sentirse bien. Crear historias hace que su hijo se sienta importante. Cuando le dice que ha cruzado a nado una piscina olímpica él solo, está buscando la aprobación de un logro impresionante (aunque poco probable) en lugar de mentir conscientemente.
- Un deseo de atención. Su hijo se ha dado cuenta de que contar un cuento es una forma segura de obtener una respuesta de usted, y puede que ni siquiera le importe si es negativa. Este tipo de «mentira exploratoria» puede continuar si consigue la atención que desea.
- Una sensación de control. Cuando su hijo afirma falsamente que fue él quien rescató a su hermanita después de que se cayera del columpio, está tratando de poner algo de orden en una situación que le abruma.
- Una necesidad de poner a prueba los límites. Tu hijo de 5 años se acerca a ti y, sin pestañear, te pide ver un programa de televisión, alegando que es el primero del día (sin embargo, sabes que ha agotado su cuota de televisión después de que tu pareja le recogiera en el colegio). Por frustrante que sea, este tipo de manipulación de la verdad es normal, ya que los niños de 5 años están metidos de lleno en poner a prueba los límites de los padres y su propio poder.
Qué hacer ante las mentiras
Mantén la calma. Puede parecer contradictorio -después de todo, usted no quiere fomentar las mentiras- pero la mejor manera de manejar esta etapa es tomar cada episodio con calma. Por mucho que le moleste la mentira de su hijo, recuerde que mentir es una prueba de que está aprendiendo a distinguir el bien del mal y desarrollando una conciencia y una comprensión más clara de la diferencia entre realidad y ficción. Al fin y al cabo, si no pensara que ha cometido un error, ¿por qué se molestaría en ocultarlo? Si las mentiras de su hijo son de tipo fanfarrón, por ejemplo, probablemente esté intentando satisfacer la necesidad humana normal de sentirse importante y apreciado. En ese caso, puede desalentar las futuras mentiras alabando sus esfuerzos y logros.
No acuse. Cumpla con sus comentarios de manera que fomenten la confesión, no la negación: «Me pregunto cómo han llegado estos lápices de colores a la alfombra del salón. Me gustaría que alguien me ayudara a recogerlos»
Sea comprensivo. Si coge una chocolatina a escondidas y luego niega habérsela comido (con el chocolate embadurnado en la boca), no es una mala persona; simplemente está tratando de eludir el hecho de que no todo lo que quiere es suyo. Podrías decir: «Apuesto a que realmente querías esa chocolatina. Luego, cuando te la comiste, te diste cuenta de que tenías problemas y mentiste». Se dará cuenta de que tiene que pedir las cosas antes de servirse de ellas, y de que decir la verdad es menos doloroso que decir una mentira. En cambio, si te enfadas y le haces sentir mal por su transgresión, será menos receptivo a las lecciones que intentas enseñarle y será más probable que la próxima vez cubra sus huellas.
Invoca consecuencias justas. Si tu hijo miente para ver lo que puede conseguir, es importante que le des consecuencias justas, aunque no demasiado duras (por ejemplo, prohibirle ver la televisión al día siguiente de haber mentido para intentar ver un programa más). De este modo, acabará aprendiendo que no vale la pena intentar engañarle.
Explique por qué es importante la honestidad. Es posible que su hijo le diga que sabe que mentir es malo, pero que aún no entienda del todo las implicaciones morales de no ser sincero. Puedes ayudarle en el proceso contándole la historia de «El niño que gritó lobo», que le hace ver la importancia de ser digno de confianza y también le enseña que mentir puede tener graves consecuencias. Un buen libro sobre la mentira es Sam, Bangs, and Moonshine, de Evaline Ness, que ilustra de forma dramática las ramificaciones de contar cuentos chinos, pero que consigue terminar de forma feliz.
Sea positivo, no punitivo. Si espera que su hijo le diga cuándo ha hecho algo malo, no responda a su sinceridad descargando su ira sobre él. (Si lo haces, ¿qué probabilidades hay de que admita su fechoría la próxima vez?) Además de ser inapropiado a esta edad, un castigo severo por mentir probablemente no tendrá el efecto deseado: Los niños que son castigados severamente por faltas leves a menudo se van a los extremos, desarrollando una conciencia demasiado estricta o convirtiéndose en pequeños rebeldes, nada de lo que usted pretende. En su lugar, elogie a su hijo cuando diga la verdad. El refuerzo positivo es mucho más eficaz que el castigo para hacerle sentir que merece la pena ser sincero.
Asegura a tu hijo que le quieres pase lo que pase. Cuando rompa accidentalmente la lámpara de su habitación, es posible que lo niegue por miedo a que usted no le quiera tanto. Explíquele que mamá y papá le siguen queriendo, aunque haya hecho algo que usted preferiría que no hiciera.
Construya la confianza. Hazle saber a tu hijo que confías en él y que tú también puedes confiar. Si le toca una vacuna en su próxima revisión, por ejemplo, no le diga que no le va a doler. Intenta cumplir tu palabra y, cuando no puedas, discúlpate por haber roto una promesa.
Hazle saber lo que esperas de él. Utiliza diferentes situaciones para enseñar a tu hijo de infantil lo que consideras un comportamiento aceptable. Establezca parámetros, por ejemplo, haciéndole saber que antes de coger una galleta del plato de otra persona, tiene que preguntar primero si está bien. Poner límites claramente definidos es una de las cosas más cariñosas y positivas que puedes hacer por tu hijo. Con el tiempo, será capaz de utilizarlos para juzgar por sí mismo si un comportamiento es apropiado. Un niño que entiende que los límites son para su beneficio crecerá y se convertirá en un adulto que los respete también.
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